Damocles era un cortesano en el palacio de Dionisio II, el rey que gobernaba Siracusa en el siglo IV a.C. Como muchos otros miembros de la corte, Damocles halagaba constantemente al rey, con la esperanza de que éste le diera una posición de más poder en la corte.
Un día Damocles hablaba con el rey, y le dijo lo que envidiaba su posición:
Como hombre de poder y autoridad rodeado de magnificencia, eres un hombre verdaderamente afortunado
Al escuchar estas palabras, Dionisio no dudó en ofrecerle un trato:
Damocles, dado que esta vida te deslumbra, ¿querrías saborearla por ti mismo durante un día para así juzgar la realidad de tus palabras?
1812 - Escena por Richard Westall |
Al día siguiente, Damocles desde primera hora ocupó la posición del rey, mientras Dionisio y el resto de cortesanos lo atendían como si de cualquier otro día se tratase. Llegando el día a su fin, mientras estaba tomando la cena, Damocles alzó la vista para observar la pesada espada desnuda que tenía sobre la cabeza, cuando se percató de que pendía de una crin de caballo. En ese momento Damocles sufrió un ataque de pánico, ante el cual, Dionisio reaccionó calmándolo.
Damocles preguntó a Dionisio por la razón por la cual una espada tan pesada colgaba de algo tan frágil. El rey le explicó que la espada sobre su cabeza representaba lo que realmente es el poder. Desde la distancia, el poder es una cosa deseada por muchos por ser una situación de privilegio, en la que al estar por encima de los demás te sientes único. Pero cuando uno se acerca a esa situación de poder, puede observar sin problemas el peligro que ostenta esa posición.
Esta leyenda se ha transformado con los años en parte de la cultura popular, utilizándose para hacer referencia a la inseguridad presente en todas las personas que poseen un gran poder, así como la fragilidad de su cargo. No sólo la inseguridad causada por la posibilidad de perder la posición, sino también los posibles daños colaterales que muchas veces son imprevisibles.
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