Siempre que se escucha su nombre, nos viene a la mente el clásico pirata de parche en el ojo y pata de palo. En realidad, Sir Francis Drake fue uno de los más grandes marinos que ha conocido la historia, aunque el tiempo se encargó de desfigurar su personalidad hasta convertirlo en un banal saqueador.
Piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios también formaron parte de la historia de América e influyeron notablemente en la cultura y características de las naciones que allí se forjaron, aunque no siempre se hable de ellos.
Esta biografía mostrará que el primogénito de Edmund Drake fue algo más que un simple pirata. Fue un joven luchador y con coraje, un hombre atractivo y mujeriego, como todos los marineros y, a pesar de su mala fama, una persona sensible que no dudó en regresar a su patria cuando murió su protector.
INFANCIA
Francis Drake nació entre 1540 y 1545 (algunos historiadores se atreven a confirmar la fecha de su nacimiento en 1543) en Crowndale, cerca de Tavistok, en el seno de una familia numerosa, ya que Drake era el primogénito de once hermanos. Su padre, Edmund Drake, fue expulsado de su ciudad por los católicos debido a sus creencias anglicanas en 1549. La familia tuvo que trasladarse a Guilligham, Kent, donde ejerció de predicador, dejando de lado sus aventuras como marinero. Este hecho marcó profundamente al jovencísimo Francis, quien heredó un profundo odio hacia los católicos que marcaría toda su vida.
SUS INICIOS COMO MARINERO
Francis Drake era sobrino de William Hawkins, hermano de John Hawkins, y aprovechó esta circunstancia para entrar al servicio de estos dos armadores. En 1558 se alistó en un mercante destinado al golfo de Vizcaya. Intentó un negocio en las Indias Occidentales, pero su cargamento fue confiscado por los españoles.
Poco después, en 1566, realizó su primer viaje a América baja las órdenes de John Lowell, donde conoció Tierra Firme y el negocio negrero. Regresó a Inglaterra un año más tarde y se embarcó de nuevo hacia América, esta vez bajo el mando de Hawkins.
Durante este segundo viaje, en Veracruz, Drake capitaneó un pequeño buque de cincuenta toneladas llamado Judith. Los españoles atacaron y tuvo que huir, ya que aquel pequeño barco no tenía capacidad ofensiva. Al llegar a Inglaterra, Drake quiso vengar la afrenta y solicitó al lord del Tesoro que le permitiera emprender una acción naval de castigo contra las colonias españolas. Ante la negativa del lord, Drake emprendió su viaje en solitario entre 1570 y 1571. De los viajes durante estos dos años poco se sabe.
Ya en 1572 se documenta su intento de apoderarse en Panamá de la plata procedente de Perú. Ese mismo año, el 24 de mayo, zarpó desde Inglaterra hacia puerto Faisán con dos barcos bajo su cargo: el Swan, de 25 toneladas, y el Parcha, de 70 toneladas. Se dirigió hacia Nombre de Dios y allí intentó robar la plata que se escondía en la tesorería real, pero sobrevino un contraataque español y tuvo que retirarse. Mientras esperaba su oportunidad, Drake sólo consiguió perder a varios hombres, entre ellos sus hermanos John y Joseph.
En el segundo intento corrió la misma suerte y tuvo que batirse en retirada. La plata española parecía estar maldita...
Pero a la tercera va la vencida y, tras unirse a Testu, el capitán de un barco hugonote, alcanzó la plata. Sólo guardó las barras y el resto lo escondió, pero uno de sus aliados franceses cayó preso de los españoles y confesó dónde guardaba Drake el tesoro. En la huida, apenas pudieron salvar 15.000 pesos que se repartieron entre todos.
Drake, quien “no venía a buscar honra, sino hacienda”, volvió a Inglaterra en agosto de 1573 y se puso al servicio del conde de Essex con tres fragatas para atacar Irlanda. Desde entonces, hasta 1577, no se sabe nada de él.
EL ASALTO AL PACÍFICO
Las intenciones de Drake cuando inició su vuelta al mundo se reducían a recorrer el litoral pacífico americano y regresar a Inglaterra por el estrecho de Magallanes, aprovechando la “visita” para hostilizar a los españoles, quienes le habían dado tantos quebraderos de cabeza. Cuando murió su protector, el conde de Essex, regresó a Inglaterra y fue presentado a Isabel I, que aprobó su proyecto de saquear las posesiones españolas del Pacífico.
Drake partió esta vez hacia América como un auténtico perro del mar con la patente de corso de su soberana. Salió del puerto de Plymouth en diciembre de 1577 con cuatro barcos (Elizabeth, Marigold, Swan y Pelican; esta última fue su buque insignia y fue rebautizada como Golden Hint), una pinaza (Benedit) y 160 hombres con dirección a Cabo Verde. Allí, capturó una nave portuguesa cuyo piloto, Nuño de Silva, les guió por el Pacífico.
En esta travesía tuvo numerosos problemas. Tuvo que ajusticiar a su amigo Thomas Doughty por insubordinación. Éste admitió su culpabilidad y Drake le dio a elegir entre tres opciones: ser ejecutado, abandonado en tierra o de vuelto a Inglaterra para que respondiera ante un tribunal. Doughty “manifestó que se inclinaba con todo su corazón por la primera de las opciones (...) y, sin perder un instante, dio un paso adelante y se arrodilló, preparando al mismo tiempo el cuello para el hacha y el alma para el cielo” . Partió hacia el Pacífico sólo con la Golden Hint, la Elizabeth y la Marigold.
Poco después, en el estrecho de Magallanes, los vendavales hundieron a la Marigold con todos su hombres. La Elizabeth desertó y Drake llegó al Pacífico con tan sólo la Golden Hint y 90 hombres.
Subió por la costa chilena haciéndose pasar por nave española, para después sembrar el pánico entre las poblaciones indefensas atacando de improviso. En la costa quiteña capturó un buque que transportaba plata peruana y se apoderó de su carga. El corsopirata Drake prosiguió hacia Nueva España, saqueando embarcaciones por el camino. Fue entonces cuando Drake decidió dar la vuelta al mundo, pensando que los españoles le estarían esperando en el estrecho de Magallanes.
Isabel I nombra a Drake Sir, en recompensa por sus servicios a la corona |
Pasó por México hasta llegar a California. En 1579 cruzó el Pacífico y llegó a Filipinas, no sin antes conseguir más barcos y botines en cada puerto. Pasó por la India y África, hasta volver a Plymouth en septiembre de 1580, habiendo dado la vuelta al mundo. Isabel I se hizo llevar en una barca hasta el Golden Hint, donde le nombró caballero. Sir Francis Drake escogió un modesto escudo de armas en cuya cimera se veía un barco sobre un globo terráqueo. La enseña parecía un dragón de agua.
Drake fue nombrado alcalde de Plymouth y representó a una villa de Cornualles en el Parlamento. Desde 1581 hasta 1585 vivió tranquilamente en la abadía de Buckland, que compró poco después de ser nombrado Sir.
EL DRAGÓN VUELVE AL CARIBE
Fue en 1585 cuando Isabel I decide hostigar las posesiones americanas de Felipe II en América. Llamó a Hawkins y a Drake para que lideraran y llevaran a cabo estos ataques. Les entregó dos navíos reales, el Bonaventure, de 660 toneladas, y el Arot, de 200 toneladas. A ellos se les unieron otros 19 navíos de comerciantes. En total, partieron 2300 hombres entre soldados y marinos.
Zarparon de Plymouth el 24 de septiembre de 1585 y se dirigieron a la ruta que seguía la plata española. Sin embargo, las naves que transportaba la plata no apareció, así que atacaron Vigo. Tras el saqueo, se dirigieron a Canarias porque Drake quería conquistar Santa Cruz de Palma, pero fue un fracaso.
El 11 de enero de 1586 llegaron a Santo Domingo. La ciudad huye y Drake saquea a placer, mientras algunos de sus hombres destrozaron las imágenes religiosas de los templos. Drake pide un tributo de quema de un millón de ducados, una recompensa para no incendiar la cuidad. Al final, tras algunas negociaciones, accedió a no hacerlo por 25000 ducados.
Tras esta aventura, mandó 10 naves a Calais con el botín mientras él seguía de pillaje, pero estas naves fueron capturadas por españoles.
El 19 de febrero llegó a Cartagena dispuesto a reducir la ciudad, con la bandera y la indumentaria negras, donde no ofrecieron resistencia. Felipe II les había avisado de la llegada de Drake. Pidió un tributo de quema de medio millón de ducados pero al final se resolvió con 12000 pesos.
Entonces se dirigió a Virginia. Estando frente a La Habana, esperó a la plata española que, de nuevo, no llegaba. Los españoles se habían reforzado y no creyó conveniente atacar, así que se dirigió a la Florida por el canal de la Bahama, donde destrozó San Agustín. Llegó a Roanoke el 9 de junio, desde donde partió hacia Inglaterra tras aprovisionarse.
Llegó a Plymouth el 28 de julio de 1586, con un botín de sólo 200.000 ducados, 18 naves averiadas y 1000 hombres menos, que habían caído en distintos combates y por enfermedad.
LA ARMADA INVENCIBLE
Fue en junio de 1588 cuando se enfrentaron los buques de Isabel II, liderados por Lord Howard pero dirigidos en realidad por Drake y Hawkins, a la “Armada Invencible” española, capitaneada por Alfonso Pérez de Guzmán. La lucha se saldó con 63 buques españoles perdidos.
Esta contienda tuvo otras consecuencias. Los mercantes y puertos indianos españoles estaban más desguarnecidos que nunca, pero la Corona española supo fortalecer y defender sus posesiones. Esto dificultó mucho las posteriores aventuras de Drake y, en general, cambió los objetivos de Inglaterra.
A raíz del desastre de la armada española, se desató la guerra contra Inglaterra, que duró hasta 1604, durante la cual las plazas y buques españoles fueron golpeados de manera continua por los perros de Isabel I.
Con la declaración de guerra, Drake y sus hombres ya eran corsarios y fueron tratados como tal en las indias. Sin embargo, la corona española siguió tratándoles como piratas y a quienes capturaron no les aplicaron el tratamiento de prisioneros de guerra.
Hawkins decidió que la mejor manera de destruir el poderío español era perseguir y apoderarse de manera sistemática de las flotas de la plata, pero Isabel I no estaba de acuerdo. Ella sólo permitió que se efectuaran expediciones periódicas aunque constantes. Esta decisión daba demasiado margen a los españoles y se reforzaron.
CRUCEROS DE VERANO
Así fue como se denominaron esas expediciones periódicas respaldadas por Isabel I. Fue en 1589 cuando se hizo el primer crucero de verano. Drake partió hacia La Coruña con una flota de 80 naves y 20.000 hombres. Intentó tomar La Coruña y Lisboa, fracasando en ambas ocasiones. La mayor aventura de esta etapa, aunque también la última para Hawkins y Drake, se ideó en 1595. Una iniciativa personal se convirtió en una empresa nacional, al obtener el apoyo de Isabel I.
Drake quería atacar Panamá para establecer allí una colonia, pero al final se decantaron por capturar un galeón naufragado en Puerto Rico repleto de plata. La flota se compuso de 27 barcos, seis de los cuales eran de Isabel I (Garland, Defiance, Bonaventure, Hope, Foresight y Adventure), y de 2500 hombres.
Zarparon de Plymouth el 2 de septiembre de 1595; Drake viajaba en el Defiance y Hawkins en el Garland, los dos buques nuevos. Pronto surgieron los problemas. Hawkins quería ir directamente a Puerto Rico pero Drake prefería saquear primero Canarias. Al final fueron a Las Palmas, la ciudad resistió la embestida y, mientras los ingleses intentaban en vano conquistarla, los españoles ya habían rescatado la plata de Puerto Rico.
El 22 de noviembre de ese mismo año llegaron a San Juan, donde fueron recibidos a cañonazos que destrozaron el Defiance. Fue entonces cuando Drake descubrió que las cosas habían cambiado y que las colonias españolas se habían reforzado y ya no eran los débiles objetivos de sus años mozos. Ese mismo día murió Hawkins, que ya estaba gravemente enfermo. Tras echar su cuerpo al mar con todos los honores, Drake asumió el mando único.
Pusieron rumbo hacia el cabo de la Vela, donde robaron unas canoas pertenecientes a la plaza de Riohacha. Los habitantes se negaron a comprar sus propias canoas, así que Drake incendió la ciudad. Se dirigió entonces a Santa Marta, ciudad que incendió tras no pagarse el rescate de su gobernador.
El 6 de enero de 1596 llegó a Nombre de Dios, que había sido avisada y evacuada, así que fue fácilmente saqueada por los hombres de Drake. Entonces intentó realizar su sueño de atacar Panamá, pero no lo consiguió y tuvo que refugiarse de nuevo en Nombre de Dios e incendió la ciudad el 12 de enero para vengar su fracaso.
Ya estaba muy enfermo de disentería y puso rumbo a Portobelo. El 28 de enero de 1596 llegó al puerto y en ese mismo instante murió. Su cuerpo fue depositado en una caja de plomo y fue arrojado al agua de la bahía.
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